Principios económicos que cambiarán la forma en que ves el comercio global

Nuestra vida cotidiana se construye sobre una red de comercio global. Interactuamos con marcas internacionales y dependemos de cadenas de suministro globales de manera tan fluida que rara vez nos detenemos a pensar en las fuerzas subyacentes que hacen posible todo esto.

¿Alguna vez te has preguntado cuáles son las reglas ocultas que determinan por qué un producto se fabrica en un país y no en otro, o por qué algunas empresas prosperan a escala global mientras otras no? La economía global no es aleatoria. Funciona sobre la base de un conjunto de principios poderosos. Este artículo revelará cinco principios clave de la teoría del comercio internacional que explican la lógica de nuestro mundo globalizado de una manera clara y accesible.

1. No se trata de ser el mejor, sino de ser el “menos malo” (ventaja comparativa)

Uno de los conceptos más fundamentales de la economía es la teoría de la ventaja comparativa de David Ricardo. Esta teoría sostiene que el comercio internacional es beneficioso incluso si un país es más eficiente en la producción de todos los bienes. No se trata de ser el mejor en todo, lo que se conoce como ventaja absoluta. Se trata de ser relativamente más eficiente. La clave consiste en especializarse en el producto cuya producción implica el menor sacrificio, una situación que los economistas describen como un menor costo de oportunidad.

Veamos un ejemplo modificado. Imagina que Francia es más productiva que Japón tanto en la producción de vino como de radios despertadores.

Producto

Producción por hora (Francia)

Producción por hora (Japón)

Vino

4 botellas

1 botella

Radios despertadores

6 unidades

5 unidades

 

Para calcular el costo de oportunidad, nos preguntamos: “¿Qué se sacrifica?”. Para que Francia produzca 4 botellas adicionales de vino, utiliza una hora que podría haber empleado en fabricar 6 radios despertadores. El costo de 1 botella de vino es, por lo tanto, 6 ÷ 4 = 1,5 radios. Para Japón, el costo de 1 botella de vino es 5 ÷ 1 = 5 radios. Dado que Francia sacrifica menos, tiene la ventaja comparativa en el vino y debería especializarse en su producción. La desventaja de Japón es menor en los radios despertadores, lo que le otorga la ventaja comparativa en ese producto.

Este principio es poderoso porque demuestra que el comercio es un “juego de suma positiva”. Incluso las economías menos productivas pueden encontrar un nicho al especializarse en aquello en lo que son relativamente “menos malas”, lo que les permite beneficiarse de su participación en el mercado global. Sin embargo, aunque la teoría de Ricardo explica perfectamente el comercio de bienes básicos como el vino, tiene dificultades para explicar una paradoja moderna: ¿por qué los países ricos comercian principalmente bienes similares entre sí?

2. En su mayoría comerciamos con países que son… como nosotros

Las teorías clásicas del comercio predecían que el comercio se produciría principalmente entre países de distinto tipo. Esto se denomina comercio interindustrial, es decir, el intercambio de diferentes tipos de bienes, como cuando un país rico en mano de obra intercambia textiles por maquinaria procedente de un país rico en capital. No obstante, una gran parte del comercio global moderno es comercio intraindustrial, es decir, el intercambio de productos similares entre países desarrollados y con características similares.

La explicación se encuentra en la Teoría de la Similitud de los Países de Linder. Esta teoría propone que el comercio de bienes diferenciados y de marca es más intenso entre países con ingresos per cápita similares y, en consecuencia, con estructuras de demanda de los consumidores similares. Un ejemplo clásico es el comercio automotriz entre Alemania y Japón. Alemania exporta BMW a Japón, mientras que Japón exporta Toyota a Alemania. Los consumidores de ambas naciones prósperas valoran los automóviles de alta calidad, pero sus distintos gustos y preferencias de marca hacen que este comercio bidireccional resulte rentable.

Esta es una conclusión sorprendente porque desplaza el foco del comercio desde los recursos de una nación hacia los matices de las preferencias de los consumidores y la estrategia de marca corporativa. Este énfasis en la demanda del consumidor supuso un gran avance. Sin embargo, otra teoría mostró que la “nacionalidad” de un producto no es fija; cambia de manera drástica a lo largo de su vida.

3. La “nacionalidad” de un producto cambia a lo largo de su vida

El país de origen de un producto no es estático. Según la Teoría del Ciclo de Vida del Producto de Vernon, la localización principal de la fabricación de un producto se desplaza de forma dinámica a medida que pasa de la innovación a convertirse en un bien de consumo masivo. Esta evolución suele producirse en tres fases claramente diferenciadas:

  1. Etapa de nuevo producto: un producto innovador se desarrolla y se produce inicialmente en su país de origen. Al principio, las ventas son exclusivamente nacionales y no existen exportaciones. Esto permite a la empresa mantenerse cerca de sus clientes locales más exigentes, recopilar retroalimentación y perfeccionar el diseño.
  2. Etapa de producto maduro: a medida que crece la demanda internacional, la empresa comienza a exportar el producto a otros países desarrollados. El enfoque se desplaza hacia la ampliación del marketing y la captura de cuota de mercado global.
  3. Etapa de producto estandarizado: el producto ya es ampliamente conocido y la competencia pasa a estar impulsada por el precio. Para reducir los costos de fabricación, la empresa traslada la producción a países con salarios más bajos mediante inversión extranjera directa.

La ironía final de este ciclo es que el país innovador original a menudo termina convirtiéndose en un importador neto del mismo producto que creó. Esta teoría explica de manera precisa la huella manufacturera global de innumerables productos electrónicos, electrodomésticos y otros bienes que utilizamos a diario.

4. ¿Por qué construir una fábrica en el extranjero? A menudo se trata de control, no solo de costos

 ¿Por qué las empresas realizan inversiones extranjeras directas complejas y costosas, como construir una fábrica en el extranjero, en lugar de limitarse a exportar sus productos o a licenciar su tecnología a un socio local? La respuesta, explicada por la Teoría de la Internalización, radica en la necesidad de evitar los llamados “costos de transacción”. Cuando existe el riesgo de fuga de conocimiento asociado a tecnologías complejas o la necesidad de garantizar un control estricto de la calidad, resulta estratégicamente preferible internalizar las operaciones mediante la creación de una filial propia, evitando los riesgos derivados de tratar con socios externos.

Esta idea queda perfectamente reflejada en el Marco OLI de Dunning, que actúa como un potente árbol de decisión estratégica para cualquier empresa que esté considerando expandirse al extranjero:

  • Propiedad: la empresa debe poseer una ventaja competitiva única y transferible que los competidores locales del país extranjero no tengan, como tecnología superior, una marca poderosa o procesos propietarios.
  • Localización: el país extranjero debe ofrecer una ventaja específica que haga atractiva la producción en ese lugar, como acceso al mercado, materias primas o mano de obra más barata.
  • Internalización: debe resultar más beneficioso para la empresa explotar por sí misma su ventaja que venderla o licenciarla a otra empresa.

Este marco transforma la inversión extranjera directa de una simple táctica de reducción de costos en una decisión estratégica centrada en proteger las joyas de la corona de la empresa, es decir, su tecnología, su marca y su conocimiento únicos.

5. Olvida el ascenso lento: algunas empresas “nacen globales”

La visión tradicional de la expansión internacional, descrita en el Modelo de Uppsala, era un proceso lento, cauteloso y paso a paso. Una empresa comenzaba exportando a países cultural y geográficamente cercanos para minimizar el riesgo, aprendiendo de forma gradual e incrementando su compromiso a lo largo de muchos años.

Sin embargo, la era moderna ha dado lugar a un nuevo fenómeno: las “Born Globals”, también conocidas como “Nuevas Empresas Internacionales”. Se trata de empresas que tienen una orientación global desde su creación, distribuyendo sus recursos, ventas y operaciones en varios países desde el inicio. Se saltan los pasos lentos y metódicos del pasado gracias a varios factores clave:

  • El progreso tecnológico, especialmente en las tecnologías de la información y la comunicación.
  • La convergencia global de las preferencias de los clientes en muchas industrias.
  • El aumento de la movilidad internacional de los profesionales cualificados.

Para los emprendedores modernos, esto significa que la vía tradicional y lenta hacia la expansión global ya no es la única opción. El liderazgo en el mercado global puede convertirse ahora en un objetivo desde el primer día.

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